Annus horriblis, así es como puedo calificar a la etapa más reciente de mi vida. En especial desde el mes de septiembre.
En abril del año pasado lancé la revista de Trenvista, una gran conquista que llevaba varios años pendiente de lograr. Los primeros resultados fueron decentes y mostraban que la idea funcionaba y que, aunque fuera algo tarde y hubiera cosas que mejorar, el camino era el correcto.
El número 1 fue sencillo de lanzar, el 2 supuso un estrés muy grande pero salió muy bien. El 3… Durante su edición todo descarriló. No el negocio, no Trenvista. Yo.
No voy a dar detalles de qué fue lo que pasó (quién sabe si más adelante), sólo diré que me afectó a todos los niveles, incluso al físico.
Quienes dicen que querer es poder son unos vendehúmos egoístas a los que se la bufa la frustración de quienes creen en ese mantra.
Desde luego que para poder hacer algo, querer hacerlo es un paso imprescindible. Pero no es el único. Para llegar a la cima de la montaña primero hay que querer recorrer el camino, luego aprender a hacerlo y después sortear todos los obstáculos y problemas que surgen.
La principal barrera entre el querer y el poder está en la mente, en la parte que ahora llaman el mindset.
Simple y rápido de decir, pero difícil de entender y controlar.
En mi camino a la cima de la montaña he tenido que superar una depresión que secuestró mi mente durante casi dos décadas como publiqué una vez en este blog (la entrada, de momento, no se puede volver a leer).
Ojalá ese hubiese sido el final y desde 2016 todo hubiera sido un camino de rosas. Pero no, he tenido que seguir trabajando duro en lo más complejo de uno mismo.
Lo que sucedió en septiembre me ha arrastrado a algo muy difícil de entender y de explicar. Pero me ha tenido bastante fuera de juego, he sido incapaz de hacer muchas de las cosas que tenía que hacer.
Sea como sea, con un duro trabajo, una gran ayuda (ir al psicólogo es lo mejor que uno puede hacer para poner su vida en orden) y muchas ganas de llegar a esa cima hacen que toda esta oscuridad empiece a quedar atrás. Aún me queda mucho, no me siento bien del todo (¡ojalá!), pero:
Empieza una nueva etapa.
Y esta vez confío en saber llegar a la cima, a la primera de muchas que quiero coronar.